viernes, 20 de febrero de 2009

La NASA logra el primer indicio directo de agua líquida en Marte

¿Será ésta la «gran noticia» que, según se rumoreaba, la Administración Nacional Aeronáutica y Espacial de EE UU reservaba para su 50 aniversario, celebrado en agosto?

Esta pregunta merodeó ayer los círculos astronómicos después de que «New Scientist» publicara unas imágenes en las que se aprecian gotas de «rocío» en el fuselaje de la sonda Phoenix. Las instantáneas se capturaron poco después de que la nave aterrizara en Marte, en mayo del año pasado. En ellas puede verse cómo una de las patas del tren de aterrizaje del ingenio espacial quedó cubierta de gotas, que fueron en aumento tanto en tamaño como en cantidad en las siguientes semanas, quizá por absorción de vapores. El hecho de que dos de ellas (señaladas con un recuadro en las fotos) se unieran prueba, según investigadores citados por la revista, que se trata de agua y no de algún otro líquido. Un mundo helado De confirmarse su veracidad, se trataría de la primera evidencia directa de que en el planeta rojo hay agua líquida -se sabe que hay agua helada en cantidad-, a pesar de que las temperaturas se mantienen constantemente bajo cero (nunca se superaron los -20º durante la misión). ¿Por qué no se congeló entonces el «H2O»?

Fue precisamente en agosto cuando análisis in situ, realizados por los instrumentos a bordo de la Phoenix, detectaban la presencia de perclorato en el oxidado suelo marciano. Las sales de perclorato actúan como un anticongelante natural que haría posible -como ha teorizado el investigador de la Universidad de Arizona Peter Smith, jefe de misión de la Phoenix- que Marte esconda océanos de agua líquida en el subsuelo.

El compuesto es altamente tóxico, lo que convertiría dichos posibles mares en un medio hostil para la vida. Sin embargo, los numerosos organismos extremófilos que habitan en lugares remotos de la Tierra, microorganismos adaptados a hábitats aparentemente baldíos -falta de luz y oxígeno en el helado fondo marino, muy altas temperaturas en las fumarolas oceánicas o resistentes a minerales tóxicos como en el río Tinto-, permiten soñar con que quizá haya formas de vida similares allí. La Phoenix fue diseñada para el estudio del agua marciana y su potencial habitabilidad. Poco después de aterrizar, detectó hielo en el subsuelo marciano junto al polo norte del planeta.

Tras cinco meses de intensa actividad, sus baterías se agotaron y la probabilidad de poder reactivarla es remota, puesto que la región en la que se encuentra recibe pocos rayos de Sol. Esto significa que los científicos no pueden investigar más sobre las misteriosas gotas que las poco definidas imágenes que ilustran esta información. Ningún representante del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA o de la Universidad de Arizona, los dos máximos responsables de la misión, pudo ayer confirmar ni desmentir la información. Explorar el Sistema Solar Entretanto, las agencias espaciales estadounidense y europea anunciaron ayer que centrarán sus esfuerzos en la exploración del Sistema Solar en la próxima década. Se trata de dos misiones conjuntas que estudiarán las cuatro mayores lunas de Júpiter: Io, Europa, Ganímedes y Calixto. Su lanzamiento está previsto en 2020 y su llegada, para seis años después. La misión se alargará otros tres, hasta 2029. Una tercera nave visitará las lunas principales de Saturno, Titán y Encélado, que se cree ocultan océanos bajo su superficie visible.

Por: Carbonell, Miguel Fuente: LA RAZON