jueves, 15 de enero de 2009

"Necesitamos árboles artificiales que quiten CO2 de la atmósfera"


William S. Broecker es "uno de esos gigantes sobre los que edificamos la ciencia del cambio climático". Así le definió ayer el científico del CSIC Carlos Duarte, secretario del jurado que le concedió el primer premio de la Fundación BBVA al calentamiento global.

El galardón, dotado con 400.000 euros -el segundo en cuantía tras el Nobel según la Fundación- resalta que Broecker fue el primero en escribir en un artículo científico en Science "cambio climático". Aunque este profesor de la Universidad de Columbia, en Nueva York, no reclama la paternidad. "Fui el primero en ponerlo en un artículo en 1975 pero me molestaría ser recordado por eso. Tengo más de 500 artículos científicos y ocho libros. Espero que mi contribución a la ciencia sea mayor que la de haber juntado esas dos palabras", explica por teléfono. A este galardón le seguirán premios fronteras del conocimiento en otras disciplinas científicas y artísticas.

En su estudio de 1975, Broecker no sólo juntó las palabras mágicas sino que alertó de que el planeta estaba a punto de entrar en una etapa de calentamiento debido a la emisión de gases de efecto invernadero. Cambio climático, ¿estamos al borde de un calentamiento global pronunciado?, se titulaba el estudio.

Broecker, de 77 años, que sigue en primera línea -está a punto de viajar a Islandia "para realizar un experimento sobre la inyección de CO2 en el subsuelo"-, fue además en primero en teorizar sobre cómo el calentamiento podría llegar a colapsar la corriente oceánica que regula la temperatura del planeta. Eso supondría que, paradójicamente, el calentamiento traería una glaciación al hemisferio norte -la base de la película El día de mañana-. "Cuando predije que podía ocurrir no sabíamos que eso fue lo que pasó hace 8.200 años. Ahora veo muy improbable que ocurra. El Ártico se está fundiendo tan rápido que en 50 años no habrá hielo perenne, así que el océano Atlántico no podrá helarse como entonces, cuando la capa helada llegó a las islas británicas".

El científico lamenta que en estos más de 30 años desde su artículo "se ha hablado mucho pero se ha hecho poco" para estabilizar las concentraciones de CO2 en la atmósfera. "Bush ha sido abominable, una vergüenza y tengo esperanzas en el equipo de Obama". Pero aún así es realista en la dificultad de la tarea. La concentración de gases de efecto invernadero -atrapan parte del calor que emite la Tierra- es la mayor en más de 650.000 años. Ha pasado de 280 partes por millón en 1850 a 385 en la actualidad y el objetivo más ambicioso es estabilizarla en 550 en 2050. "Veo muy difícil que consigamos frenar la concentración en la atmósfera antes de que duplique los niveles preindustriales. Pero es imprescindible, porque si no lo hacemos y se triplica, veremos muchas sorpresas ecológicas". Entre esas sorpresas, destaca que "el patrón de lluvias va a cambiar mucho y eso sí que afectará a las personas, ya que el agua ya escasea en muchas partes del mundo".

Por eso, apunta que hay que dar una vuelta de tuerca más: "Por supuesto que necesitamos energía nuclear, solar, del viento y geotérmica. Todas las renovables son necesarias. Pero eso no estabilizará la concentración de CO2. Tenemos que comenzar a buscar formas de quitar el CO2 de la atmósfera".

-¿De la atmósfera o de la planta térmica que emite ese CO2?

-De la planta sí, pero también de la atmósfera o no haremos nada porque no llegamos a los coches. Mire, España y algún otro país podrá reducir el uso de combustibles fósiles, pero los países como China no, y no podemos pedírselo. Así que necesitaremos árboles artificiales que quiten CO2 de la atmósfera. En mi universidad, Klaus Lackner ha desarrollado ya ese dispositivo metálico que atrapa el CO2. Son mil veces más potentes que los árboles naturales al absorber CO2 y estoy convencido de que en próximas ediciones ganará este premio que hoy me han otorgado a mí.

Cada uno de esos árboles puede absorber el dióxido de carbono que emiten 15.000 coches, según su diseñador. "Klaus ha gastado seis millones de dólares en esa investigación, ¡pero eso es lo mismo que gana un jugador de béisbol!", se desgañita Broecker.

Por: Méndez, Rafael

Fuente: El Mundo