La transparencia del cielo ha disminuido en prácticamente todo el mundo en las últimas décadas, con la única excepción de Europa. El oscurecimiento se debe a las partículas en suspensión en el aire, los denominados aerosoles, como hollín, polvo y dióxido de azufre, que se generan, sobre todo, en la combustión de carbón, en diferentes procesos de la industria y en las quemas de biomasa. Es, sencillamente, contaminación
Un reciente estudio ha recopilado y analizado los datos de la visibilidad del cielo tomados en 3.250 estaciones meteorológicas de todo el mundo entre 1973 y 2007, correlacionando también la información con registros de satélites, y sus resultados se han presentado en el último número de la revista Science.
El oscurecimiento del cielo es especialmente notable en regiones como el sur y el este de Asia, Suramérica, Australia y África, concluyen los científicos, de las universidades de Maryland y de Tejas (EE UU).
Los aerosoles en la atmósfera afectan a la temperatura porque se reduce la cantidad de radiación solar que llega a la superficie terrestre: por un lado reflejan parte de esa radiación hacia el espacio y producen enfriamiento, pero también absorben parte de ella, calentando la atmósfera.
Europa mejora
Este doble efecto de enfriamiento y calentamiento influye en la capa de nubes y las precipitaciones. Además tiene un impacto complejo en el cambio climático. Con la nueva base de datos de aerosoles de más de tres décadas, explican los científicos, ahora se pueden hacer análisis comparativos entre las concentraciones de los mismos en el aire y las temperaturas, las precipitaciones y las nubes.
En Europa esta forma de contaminación alcanzó un pico en los años ochenta, pero luego ha caído notablemente -aunque con diferencias regionales-, hasta el punto de que el cielo europeo ha ganado en brillo y visibilidad en los últimos años, explican Kaikun Wang y sus colegas en Science.
Este efecto en Europa, afirman, se debe al nivel casi constante de uso de combustibles fósiles junto con la reducción de los compuestos de azufre en los mismos, en cumplimiento de las regulaciones de calidad del aire puestas en marcha. La lucha contra la lluvia ácida, sobre todo en el centro de Europa, ha tenido efectos positivos medibles.
Por: Alicia Rivera Fuente: El País