Sólo la combinación de nuevas tecnologías y de una alianza global protegerá eficazmente a las ciudades occidentales, según Graham Allison
Las posibilidades de que un ataque nuclear perpetrado por terroristas devaste una de las grandes ciudades del mundo occidental son más del 50%, según el politólogo Graham Allison. Sin embargo, si se toman las medidas necesarias, esta probabilidad se reduciría considerablemente. El uso de las más novedosas tecnologías para detectar el origen de las armas nucleares podría disuadir a los Estados que poseen armamento y material nuclear de que deben cuidarse tanto de robos como de vender dichas armas a grupos terroristas. Por otro lado, el politólogo advierte que es necesaria una alianza global contra el terrorismo nuclear que minimice los riesgos, llevando a cabo cualquier acción que pueda evitar que el material nuclear caiga en manos de terroristas. Por Yaiza Martínez.
Según Allison, “un ataque terrorista con armas nucleares que devaste una de las grandes ciudades occidentales es hoy por hoy inevitable. Si los gobiernos no hacen más de lo que se está haciendo actualmente, las posibilidades de que esto ocurra en el plazo de una década son de más del 50%”.
Pero Allison asegura que esto se puede evitar siguiendo medidas que reducirían el peligro casi hasta el 0%. La pieza central de la estrategia sería evitar que los grupos terroristas tuvieran acceso a las armas nucleares. ¿Cómo? Pues siguiendo una serie de medidas, como el control acérrimo de cualquier material nuclear del que se disponga en cualquier país que cuente con armas nucleares; que ningún país genere nuevas armas o materiales nucleares; o que no haya más países que dispongan o generen más armas nucleares.
Tecnología de prevención
Pero la realidad sobre el desarme nuclear es la siguiente: la amenaza se ha vuelto más impredecible en los últimos años, porque los cinco Estados nucleares reconocidos (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido) no han cumplido las promesas que hicieron en el marco del Tratado de No Proliferación nuclear (TNP), y que les obligaban a desarmarse.
Por otro lado otros países, como Israel, India, Pakistán y Corea del Norte también han ingresado en este club y tienen armas nucleares. Y el uso de la energía nuclear en al menos cuarenta países más significa que todos tienen material que podría utilizarse para fabricar armas nucleares, denunció Greenpeace en 2007.
Según Allison, los expertos señalan como el foco más peligroso Corea del Norte, porque este país estaría entre las fuentes potenciales de armas nucleares para terroristas deseosos de destruir alguna ciudad occidental.
Para poder prevenir una catástrofe de este tipo se requeriría liderazgo político, innovación institucional y cooperación internacional, asegura el autor del artículo. Pero la clave del éxito podría encontrarse, sobre todo, en la tecnología.
Disuasión moderna
En la era de la Guerra Fría, en la que las armas nucleares estaban en manos de soviéticos y estadounidenses, si se hubiese producido un ataque nuclear por alguna de ambas partes, la respuesta habría tenido que ser contra el país que ataca. Pero, ¿qué sucedería si el ataque fuera responsabilidad de un grupo terrorista?
Según Allison, la tecnología debería servir para disuadir a los Estados de que deben tener mucho cuidado con los robos de materiales nucleares, e incluso con la venta de éstos a grupos terroristas. Si los líderes de cada país con bombas nucleares creen que serán responsabilizados del uso que se dé a dichas bombas, incluso si éstas han sido obtenidas mediante el robo, tal vez estarían más motivados para prevenir sustracciones o para facilitar el material nuclear.
Para identificar la fuente de la que procede un arma nuclear a partir de los restos que ésta dejaría en caso de explotar, se necesita de una tecnología que, según señaló el National Research Council (NRC) estadounidense tras el 11-S, es técnicamente factible: “La tecnología (para definir el origen de un arma nuclear tras una explosión) existe, pero necesita ser formulada. Se espera que este esfuerzo lleve varios años”.
El estudio Nuclear Forensics: Role, State of the Art, Program Needs, realizado este mismo año por la American Association for the Advancement of Science (AAAS) señala, por otro lado, que en concreto dos iniciativas tecnológicas serían clave para mejorar la capacidad de detección de culpables: el desarrollo de equipos que puedan proporcionar evaluaciones de campo inmediatas (instrumentos portátiles); y la mejora de la instrumentación destinada a analizar detalladamente las muestras recogidas.
Medidas especiales
Una vez detectado el origen de las armas nucleares, ¿cuál sería la respuesta adecuada?, se pregunta Allison. Según él, establecer un principio aceptado de responsabilidad nuclear debería ser un objetivo internacional de primera necesidad.
El politólogo apunta a que deberían empezar con este principio Estados Unidos y Rusia, dado que ambos países tienen una obligación especial ante este desafío, puesto que han sido los países que lo crearon y puesto que, aún hoy, poseen el 95% de todas las armas nucleares que existen en el mundo.
Rusia y Estados Unidos deberían liderar una nueva alianza global contra el terrorismo nuclear que minimice los riesgos, llevando a cabo cualquier acción que pueda evitar que el material nuclear caiga en manos de terroristas. Los miembros de esta alianza garantizarían que las armas nucleares existentes en su territorio están fuera de peligro de robos o sustracciones.
La resolución 1540 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas obliga ya a los Estados miembros a desarrollar y mantener medidas apropiadas y efectivas que aseguren los materiales y armas nucleares, pero esta obligación no ha sido reforzada por estándares específicos y obligatorios, explica Allison.
Combinación de iniciativas
Más allá de la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear que anunciaran George Bush y Vladimir Putin en 2006, y a la que se adscribió España en abril de 2007, Allison apunta a la necesidad de definición de los niveles de seguridad del material nuclear, de organización de cumbres anuales, de compartir la tecnología de seguridad más avanzada, de entrega de muestras de material nuclear de cada país para un posible reconocimiento futuro, en caso de que dicho material caiga en manos de terroristas que lo utilicen y lo explosionen. Cualquier Estado que decline participar en dicha alianza estará automáticamente bajo sospecha, señala el politólogo.
De cualquier manera, el éxito en la lucha contra el terrorismo nuclear requerirá de una combinación de imaginación política e inventiva tecnológica. La alternativa –una anarquía nuclear- debería estimular a los expertos a repensar las posibles soluciones.
La Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear tuvo su segunda reunión en Madrid, el pasado mes de junio, con la finalidad de estudiar nuevas acciones en el control del material nuclear y en la capacidad de respuesta de los países ante situaciones provocadas por acciones de terrorismo nuclear. El representante de España fue entonces el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Ángel Lossada.